Tu piel merece más que un filtro
Sol, sudor y toxinas: lo que tu piel enfrenta y cómo ayudarla a florecer este verano.
MIAMI, FLORIDA – JULIO 2025
La piel es mucho más que una superficie. Es la primera línea de defensa del cuerpo, una frontera viva que reacciona, se adapta y protege. Nos conecta con el mundo a través del tacto, regula nuestra temperatura, bloquea agentes externos. Y aunque muchas veces la reducimos a una cuestión de apariencia, lo cierto es que su salud es un reflejo profundo de nuestro bienestar general.
En verano, su trabajo se intensifica. El calor, la exposición solar, el cloro de las piscinas y los cambios de rutina hacen que necesite cuidados distintos, más conscientes. Aquí, una guía para entender lo que tu piel atraviesa en esta temporada, y cómo acompañarla.
FOTOPROTECCIÓN CONSTANTE: Usar protector solar no es suficiente si no lo reaplicas. Cada dos horas, especialmente bajo el sol directo, es la frecuencia recomendada. Opta por filtros de amplio espectro con SPF 30 o más, y si tienen antioxidantes como vitamina E o té verde, mejor: ayudan a contrarrestar el daño ambiental. Los formatos en spray o barra hacen más fácil ser constante gracias a la comodidad de su aplicación.
HIDRATACIÓN EN DOS DIRECCIONES: El calor acelera la pérdida de agua, y la piel lo nota. Para evitar que se vuelva tirante, apagada o reactiva, es clave hidratarse bien. Bebe agua a lo largo del día, consume frutas y verduras ricas en agua, y usa productos tópicos con ácido hialurónico o texturas en gel. Una piel hidratada es más resistente, más elástica y más luminosa.
EXFOLIAR SIN AGREDIR: Aunque exfoliar renueva la piel, en verano conviene hacerlo con más cuidado. La exposición al sol la vuelve más sensible. Prefiere métodos suaves —como enzimas o arcillas naturales— y limita su uso a una o dos veces por semana. La clave está en limpiar sin irritar.
NO OLVIDES CUELLO, ESCOTE Y MANOS: Estas zonas suelen quedar fuera de la rutina diaria, pero son igual de vulnerables al envejecimiento y la exposición solar. Todo lo que aplicas en tu rostro —protección, hidratación, tratamiento— deberías aplicarlo también ahí. Son parte del mismo cuidado.
DORMIR TAMBIÉN ES CUIDAR: Durante el sueño, la piel se repara, produce colágeno y recupera su equilibrio. Dormir poco o mal afecta su luminosidad, elasticidad y capacidad de defensa. Crear una rutina de descanso, alejarse de pantallas y cuidar el entorno en el que duermes también es una forma de cuidar tu piel.
El cuidado de la piel ha ganado muchísima popularidad en los últimos años, pero no es sólo un trend más. Es una forma de habitarte con respeto, de reconocer lo que tu cuerpo hace por ti cada día, incluso sin que lo notes. Este verano, más que cubrir imperfecciones, elige protegerte, nutrirte y reconectar contigo. Porque la piel que se cuida con constancia y conciencia no solo se ve bien: funciona mejor. Y eso, al final, es lo que realmente importa.