Txema Carrillo y su visión sobre el pádel en Miami

El coach español lidera la expansión de un deporte que une cuerpo, mente y comunidad.

MIAMI, FLORIDA – NOVIEMBRE 2025

Txema Carrillo se ha convertido en una figura clave en la expansión internacional del pádel, especialmente en Norteamérica, donde este deporte comienza a florecer con fuerza. Desde su posición como director del programa de pádel en The Ritz-Carlton Key Biscayne, combina más de una década de experiencia como jugador, coach y gestor deportivo. Su trabajo no se limita a enseñar golpes: busca construir una cultura, una forma de entender el deporte como conexión, salud y comunidad.

“Siempre supe que el deporte podía ser una forma de vida, pero también un lenguaje universal”, dice Txema al recordar sus primeros años en España. Su carrera comenzó en clubes locales, donde aprendió que la pasión y la constancia valen más que las instalaciones. Con una beca universitaria como tenista en Nueva York, descubrió otra dimensión del deporte: la que une disciplina y oportunidad.

Años después, completó un MBA en Dirección Emprendedora en Miami, lo que amplió su perspectiva hacia la gestión de proyectos deportivos a escala internacional. “El talento se entrena, pero los proyectos se construyen”, explica. Desde entonces, ha diseñado programas que combinan rendimiento y experiencia, desde clínicas juveniles hasta torneos corporativos. 

Su filosofía de entrenamiento parte de una premisa sencilla pero esencial: el pádel no se gana con fuerza, sino con inteligencia. “Hay que entender al compañero, anticipar al rival, construir el punto con paciencia y estrategia”, explica. Para Carrillo, el juego es una conversación silenciosa entre dos mentes. Por eso, da especial importancia a la lectura del juego, a la transición hacia la red y al equilibrio entre ofensiva y control.

En las canchas del Ritz-Carlton, frente al mar turquesa de Key Biscayne, el pádel se convierte en una experiencia que va más allá del ejercicio físico. Carrillo ha creado allí un espacio donde convergen culturas y generaciones. Sus programas atraen tanto a principiantes curiosos como a jugadores experimentados, pero todos coinciden en algo: el ambiente.

“Lo que más me motiva es ver cómo la gente se conecta”, dice Txema. “El pádel tiene una energía especial: une, equilibra y genera bienestar.” No es raro que sus clínicas terminen con largas conversaciones entre los jugadores, cafés en mano, comentando el partido y la vida. Su mensaje resuena especialmente en Miami, ciudad de ritmos acelerados y culturas cruzadas, donde este deporte ofrece algo más que movimiento: ofrece presencia. Una hora en la pista basta para despejar la mente, fortalecer el cuerpo y reconectar con los demás.

Su legado no se mide en trofeos, sino en vínculos. Ha logrado que un deporte nacido en las costas españolas eche raíces en América con una elegancia natural, tejida a base de técnica, visión y humanidad. En tiempos de desconexión, Carrillo propone justo lo contrario: movimiento, empatía y juego compartido. Porque, al final, el pádel (como la vida) se juega mejor en pareja.

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